Después de que la espuma rocía a un ángulo de aproximadamente 240 grados, la espuma deja de pulverizar y el agua limpia comienza a transportarse en el sistema de tubería. Este diseño asegura que después de rociar la espuma una vez, es seguido inmediatamente por un aerosol de agua limpia para eliminar completamente el residuo de espuma y evitar la mezcla de las dos espuma.
Esto no solo mejora el efecto de limpieza, sino que también garantiza que cada etapa del proceso de limpieza pueda alcanzar el mejor estado, reduciendo posibles reacciones químicas o la formación de depósitos. Además, este método de pulverización también ayuda a ahorrar recursos y reducir los costos operativos.